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SOBRE EL ABISMO

por Marigela Pueyrredon,Valencia, junio 2022.

Obra de Marigela Pueyrredon en la exposición MetaMorph — #MemoryA: "Espejo del movimiento", obra de Marigela Pueyrredon en la exposición #MetaMorph

¿Qué fue antes, la mirada o el deseo?

Ángela M’ quaestio

Estar de pie ante un lienzo en blanco, pincel en mano, es contemplar otra oscuridad, aquello que desconocemos. El cuadro se abre cuando la pintura es pregunta, cuando el grito desde el silencio impregna toda la atmófera. Esa es su fuerza. Cada gesto conlleva un impulso que resulta brutalmente inquisidor por su insistencia, y otras veces, en cambio, el tiempo subyace contemplativo, parece estar detenido, asoma desde el cristal de una pupila como una aparición fantasmagórica. Cualquier proyección es imaginaria, pero certera. Una tentativa hacia otra dimensión que desvela cuestiones inexploradas. La pintura se encuentra abierta sobre el espacio humano, cuya bóveda es el cielo, y también es abismo.

El proyecto Retratos Circulares consiste en una serie de obras que incorporan la metodología que realiza el Mago, el protagonista del cuento de Jorge Luis Borges, Las ruinas circulares, cuando logra dar vida a una apariencia, una “creatura” que colma nuestros deseos más profundos. La mirada de la pintura, por tanto, es un cuadro que nos devuelve al estupor del momento en que se logran traspasar las fronteras del yo. En ese instante, en el cuento de Borges, el Mago comprende, con pavor, que él también es una apariencia, el “sueño de otro” y, por tanto, ha sido creado. Paradójicamente, este hecho nos descubre cómo también somos nosotros mismos generados a partir de la imagen en la pintura. Este bucle creativo es nuestro abismo multiplicado.

Aquello que es objeto de la pintura trasciende nuestra comprensión, forma parte de lo que nos sobrecoge y desborda. La serie Cartas desde el Naufragio arranca los lienzos del marco en reclamo de un destino diferente. Las Cartas son los “cuerpos” del mensaje y cada cuadro es una historia de mujer que ha sido publicada en los periódicos. La mujer aparece así en constante mutación hacia una piel nueva, porque la pintura es cómplice del cambio.

Esta búsqueda de lo indecible continúa en la serie Yo-Tótem, que proyecta lo particular de una identidad colectiva cuando se encarna en la materia de un ídolo. Se trata de la convivencia de multiplicidades cuya existencia oscila entre el sueño y la vigilia. Lo singular de sus relaciones produce imágenes sagradas solo comprensibles para un determinado grupo, sin embargo, podemos escuchar el grito magmático de la naturaleza humana en la unidad totémica.

En contraste, en situaciones extremas, se produce un salto hacia otra sensibilidad, como la que surgió durante la conmoción crítica provocada por la pandemia. Entre la muerte y la vida, el instinto nos moviliza. En la serie Dolor Mundi existe una vuelta hacia lo esencial. En estos trabajos se realiza una exploración sobre los contenidos simbólicos del color y la materia en su estado primigenio para expresar la angustia ante el peligro de destrucción de nuestra naturaleza. Cenizas negras y pigmentos de un rojo fuego son depositados sobre cartón seco, allí, donde el óleo blanquecino representa una emanación del impulso de supervivencia.

Finalmente, la instalación Retratos de la Memoria es una incursión experimental. Los cuadros han sido pintados con los ojos cerrados, siguiendo referencias internas. Situados dentro del “espacio del recuerdo”, se busca hacer emerger otra subjetividad. Siguen la propuesta de la filósofa María Zambrano en su libro Claros del Bosque, donde la razón poética es el método que emplea para adentrarse en un original proceso del conocimiento hacia nuevas formas de percepción. Su lenguaje es muy cercano a la creación artística (similar a una estructura musical-poética) y crea brechas, “claros”, para dar cabida a una comprensión profunda, sensible e inesperada. Este método curva el sentido metafórico de la experiencia de manera tal que, aplicado a la pintura, puede hacernos vislumbrar aquello que conecta con el "punctum" del recuerdo (o del olvido) como escribiría Marcel Proust en La búsqueda del tiempo perdido.

¿Qué hacer ante el abismo?

Fuera del cuadro nos encontramos en ese umbral que solo puede cruzarse a través del camino de la mirada ¿O es el deseo? Ante la duda, nos mantendremos muy quietos, expectantes, y nuestro avance será con curiosidad inminente, aletargada y confusa, como en un trance.

Sin permiso, se darán los primeros pasos y entonces, algo se deslizará en los límites del cuadro: el desbordamiento de la mirada.

Para poder entrar en un cuadro hace falta formular una pregunta, entonces la pintura devolverá toda cuestión al ser atravesada.